Gracias a todos por votar y calificar las entradas. Pronto tendremos más artículos :)
De momento, les pedimos un poco de paciencia y damos las gracias a todos nuestros lectores por visitar el blog y acompañarnos.

sábado, 27 de marzo de 2010

Por El Honor Mortífago


Antes que nada, esta entrada es un fan fiction creado para quienes han leído la saga completa de Harry Potter. Y para quienes se la están leyendo, pero no han terminado, leer esto sería hacerse el spoiler más grande que pueda existir.
Así que, por favor, quienes se estén leyendo la saga de Harry Potter pero no la hayan terminado, absténganse de leer esta entrada.
Muchas gracias :)



…–Avada Kedavra!!

–Expelliarmus!!

En ese momento, ambos rayos, verde y rojo, chocaron en medio de la multitud que presenciaba como Harry se batía en duelo con El Señor Tenebroso. Increíblemente, la maldición asesina rebotó con el hechizo desarmador y fue a parar en el cuerpo de quien hasta el momento había sido el mago oscuro más temido de todos los tiempos.

Lord Voldemort cayó hacia atrás, sin vida. El cuerpo inerte yacía en el suelo, frío, sin un solo movimiento, mientras que los magos y brujas que estaban presenciando la batalla se encaminaban hacia Harry.

Por fin!! El terror había acabado, la magia oscura que durante décadas aterrorizó al mundo mágico había llegado a su fin.

Todos abrazaban a Harry, reían, gritaban felices, todos alababan a aquel que logró darle muerte a la misma muerte. Pero… ¿este en verdad era el fin?

–NOOO!! –se escuchó gritar a alguien estruendosamente. Era un mortífago. Aun se encontraban allí todos los seguidores de El Señor Tenebroso–. Nuestro amo no puede morir!! No en manos de Potter, no en manos de nadie!!

–Ya todo ha terminado –se escuchó la voz apacible de la profesora MCgonagall–. No hay nada más qué hacer. Pronto vendrán las autoridades pertinentes, y ustedes irán a parar al lugar donde nunca debieron de escapar.

–Ja! ¿y quién lo dice? ¿una pobre anciana que no se sabe defender? –ahora era otro mortífago quien hablaba y se burlaba de las palabras de la maestra–. ¿Acaso se olvidaron que nunca nos rendimos? Nuestro honor está en juego y no dejaremos que la muerte de nuestro amo y señor quedé impugne sin antes cobrar la vida del culpable.

–Ya para, Dolohov –era Kingsley quien intentaba hacer reaccionar al seguidor de Voldemort que acababa de hacer su intervención.

–¿Parar? Ja! En nuestro vocabulario no existe esa inútil palabra –Dolohov nuevamente estaba ardiendo de odio y el tono de sus palabras reflejaba lo que iba a acontecer en ese instante–. Todos, absolutamente todos pagarán el precio de haber asesinado al mago más poderoso que ha podido existir. Avada Kedavra!!

Los rayos de luces verdes no se hicieron esperar. Ahora todos los mortífagos se encontraban lanzando maldiciones a aquellos que se encontraban en el gran salón.

–Cubran a Harry –el señor Weasley fue al frente y empezó a realizar hechizos de protección–. Llevenlo fuera del alcance de los mortífagos.

–No. Yo quiero pelear –Harry no pudo contenerse, aunque se sentía cansado no podía dejar que todos los que amaba se quedaran allí, combatiendo frente a tales magos, y sin el apoyo de él–. Me quiero quedar, no los voy a dejar solos.

–No lo estamos, Harry –ahora era un auror quien le hablaba y lo intentaba sacar del sitio–. Siempre estaremos acompañados, ahora lo más importante es que salgas de aq…

Los ojos del auror se sobresalieron, la varita cayó de su mano y su cuerpo se desplomó hacia un costado dejándose caer al suelo: había muerto. Detrás de él se encontraba, a tan solo unos pasos, un hombre robusto con su mano derecha estirada y sostenía en ella con fuerza su varita. Era Goyle.

–Potter, Potter –pronunció en tono desagradable– ¿tratando de huir? ¿Ésa es la actitud del “héroe” que salvó al mundo de sumergirse en las densas tinieblas de la magia oscura?

–Cállate, asqueroso aprendiz de mortífago!!

Harry sujetaba bajo su túnica la varita que ahora lo acompañaba. Una oleada de rencor recorrió todo su cuerpo y, en ese instante, sintió cómo casi inconscientemente su mano sacaba la varita y empezaba a lanzar hechizos contra su actual contrincante.

Un rayo de luz roja rebotó contra el pecho de Goyle, lo que ocasionó que fuera a parar al otro extremo del gran salón.

–Débil niño –se mofó un servidor de Voldemort que había estado observando con atención lo que estaba aconteciendo a su alrededor, especialmente lo que concernía a Harry y a Goyle. Lentamente se fue acercando a Harry con una mirada que, a decir verdad, no se podía precisar si era de odio o de confianza. Ahora, el salvador de la humanidad se encontraba a merced del mortifago que le daba persecución; pero en ese justo momento, se escuchó el constante golpeteo de un clásico galope de caballos. Irrumpieron en la estancia: los centauros se hallaban en la entrada del gran salón. Habían dejado atrás todos sus pretextos contra los magos y en ese instante se encontraban junto a ellos, con arco y flechas en ambas manos, dispuestos a defender como fuese la paz que algún dia se logró respirar en el mundo mágico, en el lugar que compartían tanto con magos como con alimañas, con gryndilows y hombres lobo, con boggarts e hipogrifos, con dragones y duendecillos, y con el sinfín de criaturas que habitaban dentro de la faz de la tierra.

–Ha llegado el fin de quienes han perturbado la tranquilidad de nuestra especie –era Bane quien alzaba su voz para ser escuchado–. El fin de aquellos que profanaron la unión entre los seres vivos. El fin de todo sistema maligno ocasionado por la ambición, el odio y la traición. Nosotros, los sabios centauros, no continuaremos cediendo terreno ante los destructores de todo lo que conocemos; no dejaremos que sigan acabando con la vida.

Dichas estas palabras, los servidores de Voldemort se percataron de que, con la llegada de aquellos seres, el número de sus enemigos llegaba a triplicar el propio. Muchos de ellos miraban nerviosos las ventanas del castillo, quizá tratando de ingeniar una huida rápida ante la inminente derrota que veían frente a ellos.

–Rookwood!! Deja tu maldita lentitud y acaba con Potter de una vez!! –Dolohov estaba fuera de control y gritaba al mortífago que antes se había encaminado a darle muerte a Harry, pero que, debido a la intromisión de los centaruos, se había visto obligado a dejar a un lado su principal misión.

El vasallo de Voldemort despertó del shock en que había entrado cuando los centauros invadieron el gran salón. Su reacción fue inmediata: dio media para dirigirse nuevamente a su presa y esta vez acabar lo más pronto posible con su vida.

Harry aun se encontraba allí, paralizado ante la situación que lo agobiaba, y lo único que podía hacer era ver cómo los rasgos del rostro de Rookwood se llenaban, una vez más, de una aversión que ningún ser podría imaginarse.

–Muérete de una vez, maldito engendro –dictaminó el mortífago–. Avada Ke…

Su voz se apagó. Por un instante, todos aquellos que se encontraban presentes, vieron como una flecha atravesaba tajantemente el aire y terminaba traspasando la espalda y pecho de aquel servidor de El Señor Oscuro. Su varita cayó primero y su cuerpo respondió de igual forma.

–Incarcero –se escuchó gritar al unísono y todos los mortífagos se vieron envueltos en unas sogas finas, de las que no podían liberarse.

Era un nuevo fin. La conclusión de toda la maldad que había ocasionado El Señor Oscuro por fin llegaba a su desenlace. Ahora todos celebraban junto a Harry su nueva victoria, mientras que los centauros se retiraban silenciosamente al bosque prohibido y festejaban a su modo.

Ésta pudo haber sido una de las peores masacres causadas por los vasallos de Lord Voldemort, pero gracias a la cooperación de los seres que habitaban en Hogwarts, ahora se puede contar como un triunfo que perdurará en la historia del mejor colegio de magia y hechicería.